En la sociedad actual, el sufrimiento es un problema que afecta a muchas personas en todo el mundo. Sin embargo, la solución a este problema no se encuentra en la religión, sino en la educación espiritual no religiosa. Es importante entender que el sufrimiento no es algo que deba ser ignorado o evitado, sino que debe ser abordado de manera consciente y compasiva.

Una de las claves para resolver el sufrimiento es no ser desalmados. Esto significa que debemos conectarnos con nuestra esencia más profunda y encontrar la compasión y la empatía en nuestro interior. Al reconocer nuestra propia humanidad como seres espirituales, compasivos, altruistas, veraces y solidarios y la de los demás, podemos comenzar a sanar el sufrimiento que nos afecta.

Dicho de otra forma, la solución es potenciar las virtudes del alma. Esto implica cultivar cualidades como la bondad, la compasión, la generosidad, la paciencia, la humildad, la verdad, la solidaridad y la comprensión. Al desarrollar estas virtudes espirituales, que trascienden las cualidades humanas, podemos transformar nuestro sufrimiento en comprensión y compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Este es el verdadero progreso de la humanidad como conjunto.

Es crucial no confundir el alma con la personalidad. La personalidad es una construcción social que puede cambiar con el tiempo, mientras que el alma es nuestra esencia eterna y divina. Al reconocer la diferencia entre estos dos aspectos de nuestro ser, podemos encontrar una mayor conexión con nuestro verdadero ser y superar el sufrimiento de manera más efectiva. Son la expresión de dos momentos evolutivos distintos con resultados diferentes, sufrimiento y paz.

En resumen, la solución al sufrimiento no radica en evitarlo o ignorarlo, sino en abordarlo con compasión y comprensión. A través de la educación espiritual no religiosa, la práctica de la compasión y el desarrollo de las virtudes del alma, podemos encontrar la paz interior y superar el sufrimiento que nos afecta.